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Jeniffer Espinosa

18 de octubre de 2019

Aimee Stephens, una mujer transexual, despedida por cambiar de sexo

Una mujer estadounidense enfrenta la discriminación laboral y podría hacer historia en el Tribunal Supremo de EE.UU. tras librar una batalla legal, lo que podría convertirse en la mayor lucha del colectivo LGBT desde la aprobación del matrimonio igualitario en el año 2015.

Aimee Stephens fue despedida luego de informar en su lugar de trabajo que había decidido cambiarse de sexo.

Desde que tenía cinco años de edad Anthony Stephens se sentía atrapado en un cuerpo que no concordaba con su mentalidad, su sexo biológico no podía definirlo, así fue como luego de una intensa lucha interna, que le pedía desafiar los prejuicios de la sociedad y ser quien realmente sentía que era, a sus 58 años decidió ser abiertamente una mujer transgénero.

Siempre tuvo el cabello largo, lo que era motivo de discusión con su padre. «Mi padre pensaba que debía llevarlo corto. Creía que solo las chicas podían llevar melena».

Stephens le escribió una carta a su padre, acompañada de fotografías siendo mujer. «Miró las fotografías y le dijo a una de mis hermanas: ‘Es más guapa como mujer que como hombre'», señala Stephens. «Creo que entendió por qué estuvimos discutiendo durante tantos años sobre el cabello». Desde entonces enfrentó su identidad y libró una batalla con la depresión que casi lo lleva al suicidio.

Ahora su esposa, hija y familia lo aceptaron, pero su realidad se vio afectada cuando en su lugar de trabajo decidieron despedirlo sin justa causa.

Cansado de llevar una doble vida, viviendo un conflicto interior, mediante una carta Stephen comunicó a su jefe de la funeraria Harris Funeral Homes, en la que trabajaba como embalsamador hacía seis años la decisión que tomó.

“Lo que debo decirte es muy difícil para mí y me está llevando todo el coraje que puedo reunir”, decía la carta. “Me he sentido encerrado en un cuerpo que no coincide con mi mente, y esto me ha causado una gran desesperación y soledad. Volveré a trabajar como mi verdadero yo, Aimee Australia Stephens, con el atuendo de trabajo apropiado. Espero que podamos continuar mi trabajo en R. G. y G. R. Harris Funeral Homes haciendo lo que siempre he hecho, que es lo mejor que puedo hacer!”.

Sin embargo su experiencia, trayectoria, conocimientos fueron dejados de lado y el dueño, Thomas Rost un cristiano devoto, la despidió dos semanas después. Su argumento: “ya no iba a representarse a sí mismo como hombre y quería vestir como una mujer”. agregando que representa “una distracción inapropiada” que interferiría en el duelo de las familias, y su justificación religiosa dice que se trata de “un rechazo a los mandamientos de Dios”.

Le ofreció una indemnización de 21 días de sueldo y la posibilidad de llegar a un acuerdo por el que ella se comprometía a no interponer ninguna demanda. «No lo hice, era demasiado lo que estaba en juego», afirma Stephens.

Debido al acto injusto, se decidió a denunciar impulsado por su esposa Donna. El fallo de un primer juez fue en su contra y a favor de los derechos religiosos de Rost. Más tarde un tribunal de apelaciones de Cincinnati le dio la razón, pero la funeraria recurrió. Ahora el caso se decidirá en el Tribunal Supremo de Estados Unidos.

Allí la decisión trascendental de si el sexo es un factor esencial acogido por la protección laboral a las personas LGTB que reconoce la Ley de Derechos Civiles. Es decir, si la defensa de las personas transgénero hace parte de los tópicos que conforman a la ley histórica aprobada en 1964 que defiende la diversidad, prohíbe la discriminación por razón de sexo, raza, religión o nacionalidad, queda en manos de los magistrados del Tribunal Supremo.

En Estados Unidos, solo 21 de los 50 estados que lo conforman tienen leyes específicas que prohíben a los empleadores despedir a trabajadores por su identidad de género, es decir que los otros 29 están en libertad de discriminar a sus colaboradores.

Stephens ha dado declaraciones a The Guardian, allí mencionó que: “aprendí que realmente no hay protección para las personas LGBTQ”. “Te pueden despedir y puedes perder tu vivienda”, añade, “también se pueden negar a darte atención médica. Fue entonces cuando me percaté de que la envergadura del problema es mucho mayor de lo que pensaba”.

Refiriéndose a que además de perder su empleo injustamente también perdió su cobertura médica, lo que para él representa una pesadilla pues sufre del riñón. Además ha dicho que no le interesa ni a él ni a su familia llamar la atención peor que es una buena oportunidad para luchar por los derechos de la comunidad a la que pertenece “Con todas las cosas que han surgido, con la forma en que las personas transgénero están siendo tratadas, básicamente tratando de ser borradas por la fuerza de la sociedad, no me arrepiento de nada”.

Después de los hechos ocurridos en el año 2015 este se convierte en un momento fundamental para la comunidad LGBTQ.

Sin embargo en ese entonces el contexto era totalmente diferente, tenían a otro mandatario presidencial y unos ideales un tanto más liberales, ahora el tribunal va de la mano de ideas de derecha luego de la avalancha de ideales basados en los pensamientos del régimen Trump, incluso se han revertido garantías con las que contaba la comunidad LGBTQ, en especial para las personas trans.

Según Jay Kaplan, uno de los abogados de Stephens, una sentencia en contra de su cliente generaría probablemente discriminación generaliza para personas diversas.

En entrevista con Efe, Suzanne Goldberg, profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad de Columbia dijo que el caso es «profundamente importante», ya que interfiere en las oportunidades laborales de la comunidad LGBT «Permitir la discriminación en el lugar de trabajo contra las personas LGBT significaría que los empleadores pueden requerir que los empleados encajen dentro de los roles sexuales y estereotipos tradicionales», lo que es una contradicción pues es «exactamente lo que prohíbe» la ley contra la discriminación sexual.

Por su parte Kate Anderson, asesora legal de Alliance Defending Freedom, quien defiende a la funeraria Harris de Michigan ha dicho al medio El País  “La cuestión central es si los americanos pueden confiar en la ley tal y como está escrita o si funcionarios no electos pueden redefinir ‘sexo’ en la ley para incluir ‘identidad de género’”.

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