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7 de agosto de 2025

La paradoja financiera de las MiPymes en Latinoamérica: cuando el crecimiento choca con la falta de liquidez

En América Latina, las micro, pequeñas y medianas empresas (MiPymes) son el motor económico: generan el 67% del empleo formal y representan el 99% del tejido empresarial, según la CEPAL. Sin embargo, su supervivencia enfrenta un obstáculo contradictorio: mientras el ecosistema habla de innovación y escalabilidad, muchas empresas colapsan por un problema evitable: la asfixia financiera dentro de su propia cadena de valor.

La paradoja de la cadena de valor: grandes empresas vs. proveedores asfixiados
El problema no es nuevo, pero sigue siendo igual de urgente. Mientras las grandes empresas exigen plazos más largos para pagar a sus proveedores, las MiPymes deben cubrir sus gastos operativos —desde insumos hasta salarios— en tiempo real. Esta desconexión genera un efecto dominó: retrasos en pagos, reducción de inversiones e incluso pérdida de calidad en productos y servicios.

“Las MiPymes no necesitan lástima: necesitan liquidez. Y para eso, es indispensable que las grandes empresas dejen de ver el flujo de caja de sus proveedores como un problema ajeno”, afirma Nicolás Villa, CEO de Platam. “Cuando una empresa tiene que esperar meses por el pago de sus facturas sin poderlos adelantar y, además, tiene que pagar todo por adelantado, termina retrasando el pago de su nómina, dejando de lado inversiones en crecimiento y buscando ahorros que hacen que su calidad se resienta. Y si eso lo multiplicamos por cientos de actores en la cadena, el impacto también le llega a la gran empresa”.

Soluciones existentes, pero subutilizadas

Herramientas financieras como el factoring (anticipo de facturas) y el confirming (pago a proveedores a través de un intermediario) podrían aliviar esta presión. Sin embargo, su implementación sigue siendo limitada, ya sea por falta de conocimiento o, en algunos casos, porque las mismas empresas compradoras las bloquean.

Lo irónico es que, cuando estos mecanismos se aplican, los resultados son tangibles. “En Platam, hemos adelantado más de $80.000 millones de pesos colombianos para que las MiPymes puedan tener plazos para comprar sus insumos principales o anticipar los ingresos de sus facturas, ajustando sus ciclos de caja sin recurrir al endeudamiento bancario ni comprometer activos”, explica Villa. “Esta experiencia demuestra que ofrecer mecanismos de financiamiento no es una concesión, sino una estrategia eficaz para escalar operaciones. Facilitar estos mecanismos no le cuesta nada a la empresa compradora, pero sí puede marcar la diferencia entre una operación sostenible o una cadena de pagos colapsada”.

Un problema legal (y de supervivencia)

En varios países de la región, impedir que un proveedor ceda una factura aprobada a un tercero para obtener liquidez no solo es una mala práctica financiera: puede ser ilegal. Sin embargo, muchas MiPymes enfrentan estas barreras sin recursos para defenderse, perpetuando un sistema donde solo los más grandes sobreviven.

El mensaje final es claro: si América Latina quiere fortalecer su ecosistema emprendedor, la empatía financiera no puede ser un tema secundario. Porque cuando una MiPyme se ahoga, no cae sola: arrastra consigo empleos, innovación y, al final, el crecimiento de toda la cadena.

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